Roma ha avanzado mucho en el uso de la bicicleta. Pero el desarrollo al nivel de otras grandes ciudades europeas requiere más infraestructuras, respeto de las normas y cambios de hábitos, como explica Tommaso Grandi, de la asociación Salvaiciclisti, en el Día Mundial de la Bicicleta.
La movilidad sostenible es una de las piedras angulares de la transición ecológica, junto con el abandono de los combustibles fósiles. Pero liberar las ciudades del tráfico rodado y de los motores de combustión también significa proteger la salud pública y limitar el número de muertes prematuras causadas por la contaminación, como demuestran iniciativas como el Día Mundial de la Bicicleta, que se celebra en todo el mundo el 3 de junio.
Entre los métodos alternativos, la bicicleta es sin duda uno de los menos impactantes tanto desde el punto de vista medioambiental como climático. Sin embargo, para convencer a la gente de que elija la potencia de los pedales, se necesitan infraestructuras, empezando por las redes de vías ciclistas urbanas. De hecho, un cambio de hábitos sólo puede producirse si se garantiza la seguridad de quienes se desplazan en bicicleta.
Por eso, la asociación de promoción social Salvaiciclisti-Roma supervisa periódicamente las políticas de la ciudad para el desarrollo de infraestructuras ciclistas. Como en el caso del programa Biciplan lanzado por el alcalde Roberto Gualtieri, que en 154 páginas ilustra una serie de intervenciones que pueden adoptarse con este fin.
Muchos proyectos, pero muchas dificultades en Roma
Algunos proyectos ya están en marcha. Van desde el carril bici para conectar y asegurar el tráfico ciclista entre Colleferro (zona ASL) y el barrio de Quarto chilometro, del tramo entre Viale Regina Elena y la estación Tiburtina al tramo entre la Basílica San Paolo y la estación Piramide. A ellos se añaden varios nudos multimodales (estación Trastevere, Laurentina, Eur Magliana, Arco di Travertino o incluso Ponte Mammolo y Anagnina).
Sin embargo, según Tommaso Grandi, de la asociación Salvaiciclisti-Roma, "a menudo se prometen grandes cifras en Roma, pero la realidad sobre el terreno es más compleja. Se ha avanzado mucho tanto en kilómetros recorridos en bicicleta como en número de ciclistas urbanos. Pero también hay quienes intentan boicotear el uso de la bicicleta, lo que significa que el desarrollo es más lento que en otras grandes ciudades".
Además, los que optan por la bicicleta en la capital tienen que enfrentarse "al fenómeno del aparcamiento en doble fila, que sólo existe en Italia, así como a no conducir con el móvil en la mano. Si cogiéramos a un habitante de Ámsterdam o Copenhague, en Roma se encontraría completamente desorientado".
"La velocidad en bicicleta es significativamente mayor que en coche"
Pero los puntos de referencia ya no son sólo las ciudades que han sido las "patrias" del ciclismo durante décadas. "Incluso metrópolis como París, con su alcaldesa Anne Hidalgo, han desarrollado fuertemente las infraestructuras ciclistas. La realidad es que todas las ciudades deberían apostar hoy por la bicicleta como medio de transporte cotidiano", prosigue Grandi. Según él, "hay que crear una coexistencia entre ciclistas, peatones y automovilistas".
El activista subraya a continuación que el problema de las distancias no es en realidad la verdadera cuestión a cambiar: "Es cierto que las distancias son largas en Roma, pero de media cada trayecto no supera los 5-6 kilómetros. Sin embargo, la tendencia es utilizar el coche todo el tiempo, incluso para quedarse en el barrio o llevar a los niños al colegio". Entre otras cosas, los datos nos dicen que la velocidad media en bicicleta es mucho mayor que en coche, incluso teniendo en cuenta el tiempo que se pierde buscando aparcamiento".