Los recortes estadounidenses a la ayuda humanitaria han creado un grave déficit de financiación, que amenaza la capacidad de organizaciones como el Consejo Danés para los Refugiados para ayudar a millones de personas necesitadas.
El sector humanitario se enfrenta a retos críticos tras los recortes estadounidenses a la financiación para el desarrollo en medio de la escalada de conflictos mundiales, ha declarado a 'Euronews' la secretaria general del Consejo Danés para los Refugiados (CDR).
El 20 de enero, Donald Trump anunció una pausa en todos los programas estadounidenses de ayuda al desarrollo exterior para llevar a cabo una revisión exhaustiva. Para el 10 de marzo, el 83% de los programas de la USAID habían sido cancelados, creando un déficit de financiación de 60.000 millones de dólares (unos 55.300 millones de euros).
Charlotte Slente, secretaria general del Consejo Danés para los Refugiados, advirtió que, a menos que EE.UU. restablezca su ayuda, el sector se enfrenta a una "situación extremadamente crítica". "Vamos a asistir a un aumento de la población con todo tipo de elementos de fragilidad, hambre, marginación, falta de a los servicios, etc. A medida que los conflictos se alargan en este mundo, los conflictos no llegan a su fin y surgen nuevos conflictos", dijo, añadiendo: "Económicamente, no estamos preparados".
Recortes a la ayuda al desarrollo
La mayoría de las organizaciones del sector humanitario dependían, en mayor o menor medida, de la financiación estadounidense, que hasta hace poco representaba en torno al 40% del total de la financiación humanitaria mundial.
"Estados Unidos está revisando básicamente toda su cartera de cooperación al desarrollo y ayuda humanitaria", dijo Charlotte Slente, señalando que para el Consejo Danés para los Refugiados esto significa que aproximadamente 1,5 millones de personas a las que había previsto ayudar este año con financiación estadounidense dejarán de recibir ayuda.
Además de los recortes estadounidenses, ocho países europeos, y la propia UE, han anunciado o aplicado recortes a su ayuda al desarrollo por un total de 30.000 millones de euros en los próximos cuatro años, según un informe de Countdown 2030 Europe.
"Lo están haciendo de manera diferente. Está más planificado, así que no es de un día para otro. No están recortando contratos que ya estaban firmados y aplicándose. Están planificando con un poco de antelación", dijo la secretaria general del Consejo Danés para los Refugiados, contrastando la forma gradual de la retirada europea con la salida más repentina de Estados Unidos. "No obstante, va a afectar tanto al desarrollo como al sector humanitario en su conjunto", añadió.
¿Puede la UE dar un paso adelante?
"Hay una gran puerta abierta para que la UE intervenga", dijo Slente. "La pregunta es: ¿qué podrá y querrá hacer la UE?. Creo que veremos un modelo de financiación en el que los donantes europeos y las instituciones europeas tendrán una mayor responsabilidad en muchas zonas geográficas, por ejemplo África. Donde las necesidades son muy grandes, pero también en Oriente Medio y, hasta cierto punto, también en Asia", añadió.
A principios de año, en respuesta a los recortes estadounidenses, la Comisión Europea declaró a 'Euronews' que la UE no podía compensar la pérdida de financiación estadounidense. "Cada uno en la comunidad internacional debe asumir su responsabilidad. El déficit de financiación es cada vez mayor y deja a millones de personas necesitadas. La UE no puede llenar sola este vacío", declaró un portavoz de la Comisión.
¿Quién remplazará la ayuda de Estados Unidos?
"No creo que ni las instituciones de la UE ni otros donantes bilaterales quieran verse a sí mismos como los que sustituyen la financiación estadounidense. Estamos un poco preocupados por las tendencias que vemos en Europa. No existe todo el apoyo necesario para una postura firme de la Unión Europea en estos temas", señaló Slente.
Añadió que cada vez más gobiernos nacionales establecen comparaciones entre la ayuda exterior y la política nacional, lo que lleva a la opinión pública a cuestionar las prioridades de la ayuda internacional, por ejemplo, por qué un país debe financiar la educación en Somalia en lugar de invertir esos mismos recursos en su propio sistema educativo. Slente cree que esta narrativa ha sido habitual en Estados Unidos y "es, hasta cierto punto, incluso más peligrosa que los propios recortes de financiación, porque anima a otros gobiernos a subirse al carro".