Desde nuevos métodos de coordinación hasta una mayor transparencia sobre los grupos de presión. He aquí cómo Ursula von der Leyen remodeló la Comisión Europea a su imagen y semejanza, a principios de año.
Puede que haya pasado desapercibido, debido a los cambios realizados sin levantar la voz a principios del mes de enero, cuando mucha gente estaba aún en plena resaca de las vacaciones navideñas, pero la Comisión Europea ha cambiado radicalmente su modo de funcionamiento.
Mientras se recuperaba de una neumonía en el hospital, Ursula von der Leyen dio el visto bueno a la reestructuración del órgano ejecutivo en 'grupos de proyecto'. Sin embargo, lo que pasó desapercibido como una especie de batiburrillo de palabras burocráticas tendrá un auténtico impacto en la forma de tomar decisiones. Así, descifrar el código de esta nueva estructura significa entender quién ejerce realmente el poder en Bruselas.
Quienes deseen navegar por el laberinto del poder de la UE, ya sean responsables políticos, grupos de presión o ciudadanos curiosos, deben familiarizarse con la nueva estructura o arriesgarse a llamar en vano a las puertas equivocadas durante los próximos cinco años.
Un portavoz de la Comisión Europea ha descrito los nuevos grupos de proyecto como una "herramienta flexible para garantizar la coordinación interna", aludiendo así a una constante en el Ejecutivo de la UE, donde Comisarios y Direcciones Generales (DG), se enfrentan a menudo por las competencias.
Ya existen mecanismos formales de coordinación, como el proceso de revisión interservicios, en el que las direcciones competentes de la Comisión Europea revisan y emiten dictámenes formales sobre las propuestas en fase final de preparación. Además, el poderoso secretario general, conocido internamente por el temible acrónimo 'SecGen', es el encargado de garantizar la coherencia general del trabajo de la Comisión.
Sin embargo, los resultados han sido desiguales. Algunas Direcciones Generales, como la 'DG SANTE', responsable de la salud y la seguridad alimentaria, quedaron sepultadas bajo sus responsabilidades durante el último mandato: hacer frente a una pandemia y, al mismo tiempo, intentar reformar la legislación farmacéutica y sobre el tabaco, así como el marco de la UE en materia de plaguicidas. Ahora, la Comisión Europea está adoptando un enfoque diferente, que ofrece pistas reveladoras sobre quién lleva realmente las riendas.
Inversión de poderes
La filosofía que subyace a la nueva estructura da la vuelta al planteamiento anterior. En lugar de organizar los temas bajo grandes epígrafes generales, la nueva estructura gira en torno a proyectos específicos: legislaciones clave y expedientes prioritarios.
La jerarquía oficial se mantiene intacta, con los vicepresidentes ejecutivos (EVP) a la cabeza y los comisarios asignados por debajo. Sin embargo, su flujo de trabajo ha cambiado radicalmente.
Por ejemplo, la macroárea del Pacto Verde, antes supervisada por el vicepresidente ejecutivo, Frans Timmermans. El neerlandés tenía autoridad, sobre todo, en asuntos que comprendían desde la política climática hasta la normativa alimentaria, lo que reducía el papel del anterior comisario de Agricultura, Janusz Wojciechowski, a una simple nota a pie de página.
Con el nuevo sistema, la agricultura depende firmemente del comisario Christophe Hansen, y no del EVP Raffaele Fitto, aunque este último sea teóricamente el sucesor de Timmermans.
Hansen dirige ahora el grupo de proyecto denominado 'Visión de la agricultura y la alimentación', que dará forma a una nueva legislación destinada a mejorar la criticada estrategia "De la Granja a la Mesa", promovida por Timmermans.
Otro cambio revelador: el comisario lituano Andrius Kubilius, de la misma familia política de Ursula von der Leyen, es ahora el encargado de dar forma a la Unión Europea de Defensa, tarea que antes recaía en el máximo responsable diplomático de la UE, Josep Borrell.
Eso significa que Kubilius, en lugar de la actual alta representante de la Unión Europea, Kaja Kallas, quien está mejor situada en la jerarquía de la Comisión, encabezará la cooperación en la OTAN, el gasto europeo en Defensa y el potencial militar.
Lo que quiere Ursula von der Leyen
Los 14 grupos de proyecto de nueva creación son la respuesta de Ursula von der Leyen a la gestión de una estructura de carteras de la Comisión Europea cada vez más compleja, que se solapa. Tienen un mandato renovable de un año, pero pueden crearse nuevos grupos cuando sea necesario.
Por ejemplo, Maria Luís Albuquerque, comisaria de Servicios Financieros, se encarga de la Unión Europea del Ahorro y la Inversión, y del desarrollo de la Unión Bancaria, dos proyectos a largo plazo.
ado por Euronews, un portavoz de la Comisión subrayó el carácter "flexible" de los grupos, que no tienen un calendario fijo de reuniones. El Comisario responsable es quien decide cuándo se reúnen. Sin embargo, la propia Ursula von der Leyen puede intervenir y presidir cualquier reunión, si decide que un asunto requiere su actuación. "Por supuesto, la presidenta de la Comisión Europea puede decidir estar presente y dirigir los grupos, pero se trata más bien de una excepción", especificó un portavoz de la Comisión.
Ganadores y perdedores
Los recientemente creados grupos de proyecto crean nuevas dinámicas de poder, encumbrando a figuras inesperadas y marginando a antiguos pesos pesados de la política europea. Algunos comisarios se han erigido claramente en protagonistas de esta reestructuración.
El vicepresidente ejecutivo francés, Stéphane Séjourné, es el más integrado en la nueva estructura, ya que forma parte de diez de los catorce grupos de proyecto. También es copresidente del grupo 'Clean Industrial Deal', donde impulsará un "marco regulador simple y rápido" para apoyar la industria, la inversión y el a la energía.
En cambio, algunos pesos pesados de la última Comisión han quedado al margen. Valdis Dombrovskis, antaño una figura con fuerza, ha perdido protagonismo. Sigue al frente de la influyente DG ECFIN, pero no preside ningún grupo de proyecto, aunque participa en varios de ellos coordinando políticas que van desde la vivienda asequible a la seguridad económica.
El italiano Raffaele Fitto, a pesar de ser vicepresidente ejecutivo, no dirige ningún grupo, una señal sutil pero inequívoca de irrelevancia. Mientras tanto, el comisario húngaro Oliver Várhelyi es el gran perdedor de esta remodelación. Está incluido en solamente dos grupos de proyecto, Agricultura e IA, mientras que sus principales expedientes, como es el caso del bienestar animal y la salud, ni siquiera tienen grupos dedicados a ello.
¿Mucho más transparente, o tal vez no?
Más allá de los juegos de poder internos, otro cambio importante es el que respecta a la transparencia de los grupos de presión. A partir del 1 de enero de 2025, la Comisión Europea empezó a publicar las actas de las reuniones entre grupos de presión y altos funcionarios, ampliando la obligación de divulgación de 400 altos funcionarios a unos 1.500 de personas que ocupan esos cargos.
Alberto Alemanno, fundador de The Good Lobby y profesor de Derecho de la UE en la institución HEC París, lo calificó de "cambio político importante en las normas de integridad pública de la UE".
Así, señaló que, por primera vez, las obligaciones no se limitan a los grupos de presión, sino que se extienden a sus destinatarios. "Al exigir a los funcionarios de la UE que hagan públicas sus reuniones, incluidas sus actas, las instituciones de la UE reconocen que la transparencia es una vía de doble sentido", declaró a 'Euronews'.
Sin embargo, no todo el mundo está convencido. Los vigilantes de la transparencia señalan una laguna importante: la Comisión Europea tiene hasta dos semanas para publicar esta información, e incluso cuando lo hace, los resúmenes son a menudo vagos y poco informativos.
"Si esta tendencia es el resultado de un nuevo enfoque intencionado de la Comisión, publicar las actas reduciendo radicalmente el nivel de detalle de las mismas, entonces, se trata en realidad de un paso atrás para la transparencia", argumenta Olivier Hoedeman, activista de Corporate Europe Observatory (CEO). Aunque las nuevas normas de transparencia parecen tener buena pinta, su impacto real depende de cuánta información se divulgue realmente.