El golfo de Vizcaya, que se extiende desde el extremo de Bretaña, al oeste de Francia, hasta el norte de España, es una importante zona pesquera del océano Atlántico. También es el hogar de unos 200.000 delfines.
El aumento del número de varamientos en los últimos años, muchos de ellos con signos de capturas accidentales con redes de pesca, suscita preocupación entre científicos y ecologistas.
El año pasado, el Gobierno francés impuso una prohibición de un mes de duración a los barcos pesqueros de más de 8 metros de eslora para proteger a los delfines y otros mamíferos marinos de enredarse accidentalmente en las redes de pesca.
La medida, respaldada ahora por la Unión Europea, se ha repetido este invierno, obligando a los pesqueros ses y extranjeros a permanecer amarrados entre el 22 de enero y el 20 de febrero.
Los pescadores dicen que se les culpa indebidamente de los varamientos de delfines.
Sébastien Biolchini, representante de la comunidad pesquera del departamento de Finisterre, en Bretaña, afirma que son los primeros en intentar reducir las capturas accidentales. Como todos sus compañeros del puerto pesquero de Audierne, ha equipado su barco con ahuyentadores para evitar que los delfines se enreden, como dispositivos acústicos y reflectores.
Esfuerzos que, según él, no se han valorado lo suficiente.
La indemnización que ofrece el Estado por la pérdida de ingresos de los pescadores cubre hasta el 85 % de la facturación. A pesar de ello, muchos pescadores que faenan cerca de la costa siguen sufriendo importantes pérdidas económicas debido a este parón forzoso durante la temporada alta, que también se ve dificultada por las malas condiciones meteorológicas.
"A pesar de las indemnizaciones, el año pasado perdí aproximadamente entre un 20 y un 30 % de la facturación", afirma Sébastien Biolchini.
"No tengo visibilidad de aquí a tres, cinco o diez años, así que no me plantearía hacer una gran inversión, dadas las circunstancias.
Aunque consigamos ganarnos la vida, nunca estamos tranquilos, porque siempre dependemos de las decisiones sas y europeas".
La prohibición tiene un efecto dominó en la economía local. Las lonjas de pescado, las pescaderías, los comercios, los servicios de transporte y las empresas de reparación naval de la región, entre otros, también sufren las consecuencias de la reducción de la actividad pesquera.
Clara Ulrich, experta en pesca y subdirectora de la dirección científica del Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer), ite las preocupaciones de la comunidad pesquera. Dice que aún se están investigando las causas del aumento de varamientos de delfines.
Aunque se observó una reducción de las muertes de delfines durante la aplicación de la prohibición de pesca en 2024, los científicos señalan que también fue así antes y después de la prohibición, por lo que no puede ser la única explicación. Se está investigando la relación entre las capturas accidentales y el cambio climático, ya que los delfines se acercan más a la costa en busca de alimento e interactúan con más frecuencia con los buques pesqueros.
"Este ejemplo de los delfines en el golfo de Vizcaya está realmente en el centro del difícil compromiso entre explotación y protección", concluye Clara Ulrich.
"Alimentarnos sin destruir, ese es el tema sobre el que gira la pesca sostenible".