Este año, la empresa de peluches Jellycat cumple 25 años y pone de relieve el auge de los adultos que coleccionan alimentos esponjosos con cara.
¿Qué son? Un aguacate, un rollo de papel higiénico, una berenjena con orejeras y una tortuga harta de tus tonterías son sólo algunos de los peluches blanditos y sonrientes del exhaustivo catálogo de monadas de la marca británica Jellycat. La gente, incluidos los adultos, no se cansa de ellos.
¿Estamos hablando de peluches? Sí, pero no de cualquier peluche: Jellycat es básicamente el rey de los peluches en estos momentos. Sus productos, de los que hay más de 900, se venden en 77 países y han dado lugar a una gran comunidad online de coleccionistas. Según la plataforma de tendencias Glimpse, el interés por la empresa creció un 103% el año pasado.
¿Por qué es noticia? Fundada en Londres en 1999 por los hermanos Thomas y William Gatacre, Jellycat celebra actualmente su 25 aniversario. Para celebrarlo, acaba de inaugurar una tienda pop-up interactiva de fish 'n' chips en los grandes almacenes Selfridges de Londres, donde los clientes pueden degustar bacalao envuelto delicadamente con un chorrito de limón sonriente.
También se acaba de abrir una cafetería Jellycat en Shanghai, donde se sirven cafés con leche en teteras de peluche, mientras que la primera tienda pop-up de la marca, un restaurante que abrió sus puertas en Nueva York el año pasado, ha introducido un nuevo menú de desayuno, que incluye una pila de tortitas de peluche y un bagel de salmón y queso crema con bracitos, presumiblemente como recordatorio: sólo para abrazar.
¿Por qué se llama Jellycat? Al parecer, el nombre se inspiró en el hijo de siete años de Thomas Gatacre, gran aficionado a la gelatina y los gatos. Así pues, Jellycat.
Pero son para niños, ¿no? Pues no. Aunque los niños son sin duda una gran parte de su público objetivo, Dannell Gibbons, Presidente de Jellycat, ha declarado que es "una marca para todas las edades". De hecho, los adultos constituyen una gran parte de su base de consumidores, un fenómeno que se ha disparado a raíz de los influencers de TikTok que comparten sus colecciones (#jellycat tiene más de 140.000 publicaciones). Incluso existe un subreddit, 'r/jellycatplush', con más de 28.000 . En general, el mercado de juguetes para adolescentes y adultos ha crecido, representando el 28,5% de las ventas totales de juguetes, según un estudio de la empresa de consumo Circana, un aumento del 2,5% desde 2022.
Por qué los adultos coleccionan juguetes? ¿Por qué no? La edad adulta es estresante, y vivimos en una época cada vez más ansiosa en la que cualquier alegría y consuelo que se pueda encontrar es solo algo bueno. Ya sea por nostalgia, por comunidad o por el deseo de volver a un estado de simple juego, los peluches siempre han sido una fuente de consuelo para la gente. Incluso el director de cine David Lynch está de acuerdo: "Me encantan las cosas de niños porque hay mucho misterio cuando eres niño".
¿Qué tienen de especial los Jellycat? Son muy suaves y blanditos, como las nubes de chuche. Además, hay una gran variedad de ellos, desde los más pequeños hasta los ENORMES, que pueden costar más de 1.000 libras (1.191 euros). Los diseños son increíblemente ingeniosos, desde el clásico osito y el conejito hasta cintas de casete antropomórficas, pepinillos y berenjenas vampíricas. Si existe, es casi seguro que habrá una versión Jellycat (con el tiempo).
¿Por qué querría alguien un pepinillo de peluche? En primer lugar, no vamos a calumniar a los pepinillos. En segundo lugar, la comida de peluche está de moda. En una entrevista concedida a 'The Guardian', Rachael Simpson-Jones, editora de Toy World Magazine, afirma: "La comida es una gran tendencia en los juguetes en este momento, no importa si son peluches, coleccionables o rompecabezas". Podría decirse que todo empezó en la década de 2010, cuando eslóganes como 'pizza is my bae' ('la pizza es mi amor') empezaron a aparecer en camisetas: la gente siente pasión por sus alimentos favoritos y a veces tiende a convertirlos en su personalidad. También nos encanta convertir en monas y tontas las cosas mundanas, aunque sean cosas que normalmente devoraríamos.
¿Qué importancia tiene todo esto? Bueno, a grandes rasgos, probablemente ninguna. Pero pone de relieve un mercado de consumo clave de adultos, en su mayoría de la generación Z y de la generación 'millennial', que recurren a los peluches para hacer frente a los factores estresantes de la vida. También nos recuerda la omnipresencia del coleccionismo, ya se trate de adornos de cerditos, maquetas de coches, velas con formas novedosas o medios físicos socialmente más aceptables. La gente se siente especialmente atraída por las tonterías, por las cositas bonitas que nos hacen sonreír. A todos nos vendría bien un poco más de eso.