Vilipendiado por unos, defendido por otros, mal comprendido por muchos, el denominado Acuerdo Mercosur genera estos días grandes pasiones en granjas de toda la Unión Europea, especialmente en Francia.
La Comisión Europea acaba de firmarlo, para consternación de ganaderos y agricultores ses, que se oponen a un acuerdo ambicioso y complejo que lleva 25 años en negociación. Nuestro reportero Julián López viajó por granjas y viñedos en Francia y descubrió que, dentro del poderoso sector agroalimentario francés, las opiniones están bastante divididas.
El Mercado Común del Sur -Mercosur- y la UE han acordado comerciar bienes con aranceles reducidos o sin ellos. Si es ratificado, crearía un mercado de unos 800 millones de personas, una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo. Eliminaría más del 90% de aranceles entre Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y los 27 países comunitarios.
Alemania y España apoyan el acuerdo. Italia ha enviado señales contradictorias.
Polonia y, en particular, Francia están en contra. Sus agricultores dicen que los productores Mercosur no estarán sometidos a normas y costes laborales europeos,
ni a su estricta regulación de pesticidas, u hormonas y antibióticos en animales. Denuncian además que el acuerdo desampara a los consumidores y amenaza la sostenibilidad de las granjas de la UE.
A sus 43 años, Pierre-Marie Delangle se define como un "productor local". Su explotación en el centro de Francia emplea a 6 personas. Cría pollos, ovejas y unas 250 vacas, entre lecheras y de carne. Estima que el acuerdo le obligaría a reducir los precios hasta un 30%, lo que, dice, pondría en peligro su actividad.
"Hay numerosos otros acuerdos de libre comercio en negociación o ya firmados entre Europa y muchos países: Estados Unidos, Canadá, Marruecos, Chile y también Nueva Zelanda. Nos parece aberrante que en todos estos tratados estén incluidos los productos agrícolas, que parece son simplemente utilizados como moneda de cambio frente a los productos industriales", explica Delangle.
500 kilómetros al sur, el acuerdo es contemplado de forma muy diferente por Jean-Marie Fabre, presidente de los viticultores independientes de Francia. Su propiedad vitícola cubre 15 hectáreas y emplea a 4 personas. El 30 % de su producción de vino es exportada. Aranceles reducidos y mercados abiertos son para él una oportunidad de oro. "El Acuerdo Mercosur plantea dificultades para otros sectores agrícolas, pero para el sector vitivinícola permitirá reducir a cero los derechos de aduana sobre la penetración de nuestros vinos en esos países, aranceles que hoy rondan el 27%. Para el sector del vino y las bebidas espirituosas, es un acuerdo que nos permitirá ganar cuota de mercado y ser competitivos", explica Fabre.
Según la Comisión, el acuerdo ahorraría a las empresas de la UE más de 4.000 millones de euros al año en aranceles. La mayoría de las concesiones arancelarias están sujetas a cuotas específicas para proteger a consumidores y productores de la UE, mientras que los países del Mercosur se han comprometido a eliminar la deforestación ilegal para 2030.
Dada la desaceleración económica de China y el esperado aumento de aranceles comerciales estadounidenses, Elvire Fabry, experta en geopolítica del comercio del Instituto Jacques Delors, dice que la UE debe buscar nuevos mercados para sus exportaciones y también para cubrir sus propias carencias estratégicas, especialmente respecto a materias primas.
"Hay en Brasil y en Argentina en particular, minerales que son muy importantes para todas las tecnologías verdes y digitales hacia las cuales hemos reorientado los programas de inversión y estamos diseñando una estrategia industrial europea", dice Fabry. "Se trata de preservar nuestro a estas minas de minerales críticos".
La Comisión Europea ha propuesto apoyo financiero para los agricultores afectados negativamente por el acuerdo comercial UE-Mercosur, pero la red de seguridad sólo se activaría en el “peor de los casos” y el ejecutivo de la UE dice que no será necesaria.
La pelota está ahora en manos de los Estados y del Consejo. El Parlamento Europeo tendría que dar también su luz verde final para su adopción definitiva.