Los espumosos de Reino Unido comienzan a ganar cierta fama a medida que la emergencia climática desplaza a la producción vinícola.
La Ribera del Duero, la Rioja o los vinos manchegos podrían tener pronto nueva competencia por el título de la región vinícola más famosa del mundo. A medida que el cambio climático afecta a las precipitaciones y a las temperaturas, los expertos predicen que regiones tan septentrionales como Yorkshire, en Reino Unido, podrían convertirse en productoras de vino de primer orden a finales de siglo.
Según un reciente informe del 'Fine Wines and Restaurants Market Monitor', Hull podría ser conocida por su 'cabernet sauvignon' tan pronto como en 2100, a medida que el cambio climático golpee el sur de Europa y transforme el norte de Inglaterra en un punto interesante para la producción.
En la última década han surgido cosechas de renombre en lugares cada vez más insospechados. Los espumosos ingleses están ganando reconocimiento mundial, mientras que los blancos suecos se han hecho un hueco sorprendente en la escena internacional. "El cambio climático está redibujando el mapa del vino", afirma el informe, citando zonas septentrionales como Dinamarca, que prosperarán con ciclos vegetativos más largos y condiciones climáticas más suaves.
Este cambio se está produciendo también fuera de Europa. "Creo que empezaremos a ver más vino procedente de lugares como China, a medida que los vinicultores aprovechen la amplitud de las regiones donde pueden producirlo, desde Ningxia a Yunnan", afirma Ottara Pyne, sumiller birmano-estadounidense. Pyne es empresaria de Wine Garage, una empresa de importación y distribución con sede en Bangkok que trabaja con bodegas familiares y artesanales de todo el mundo. "En Estados Unidos también se hace más vino serio en lugares como Virginia, Maryland e incluso en el extremo de Long Island".
Las regiones vinícolas tradicionales, bajo presión
Mientras surgen nuevas zonas, las antiguas capitales del vino se enfrentan a retos existenciales. El informe advierte de que Burdeos podría dejar pronto de producir de forma fiable sus vinos emblemáticos, ya que la sequía, el calor y el acortamiento de las temporadas de maduración hacen que el cultivo sea más volátil.
El año pasado, Burdeos registró su producción de vino más baja desde 1991 -3,3 millones de hectolitros de vino, frente a los 3,8 millones de 2023-, ya que las heladas y el moho destrozaron las cosechas. "Si no se hace frente al desafío climático, la 'cabernet sauvignon', antaño exclusiva del sur de Europa, podría prosperar en regiones del centro y el norte en 2100", añade el informe.
La famosa región sa de Chablisregistró pérdidas de hasta el 60% en 2023, con heladas tardías, granizo y moho que diezmaron las cosechas. "Ha sido un año muy duro, tanto física como mentalmente", dice un viticultor ante 'Euronews Green' durante la desastrosa cosecha del año pasado. "Estoy agotado".
Ahora, algunos viticultores están vendimiando antes, replantando variedades más resistentes o explorando nuevas técnicas. Otros piden reformas de las normas de denominación, que les darían más flexibilidad en cuanto a las uvas que pueden cultivar bajo etiquetas protegidas. Incluso en zonas tradicionalmente resistentes del sur de Europa, los viticultores empiezan a cuestionarse la viabilidad a largo plazo de sus viñedos familiares.
¿Podrían los vinos de autor seguir el camino de la mostaza sa?
Al igual que la famosa mostaza de Dijon en Borgoña y el queso gouda en Países Bajos se enfrentan a la extinción debido al cambio climático, los vinos emblemáticos podrían estar pronto en peligro.
Pero Pyne afirma que los efectos del cambio climático no son tan sencillos como el desplazamiento de las regiones vinícolas hacia el norte o el sur, o la desaparición total de los grandes vinos de regiones famosas. "Borgoña y Napa Valley siempre estarán ahí: intentarán producir grandes vinos pase lo que pase. Pero puede que no sean los habituales cabernet o pinot noir".
Pyne señala las nuevas variedades de uva y los híbridos que se cultivan en Europa y EE.UU. como ejemplos de viticultores que empiezan a pensar con originalidad. "Regiones que no podían cultivar determinadas uvas, como la chardonnay en Alemania o la syrah en Oregón, ahora pueden hacerlo", afirma Pyne. "Hay muchos lugares donde se puede hacer vino y expresar tanto el toque de la tierra como el carácter de la gente que lo elabora. Tenemos varios caminos por delante".