El sector marítimo europeo necesita trabajadores, y los jóvenes exreclusos necesitan empleo. El proyecto 'Turning Blue', financiado por la UE, busca ofrecer a jóvenes infractores una nueva vida en el mar a la vez que ayuda a cubrir puestos de trabajo clave con escasez de personal en el sector.
Las cárceles europeas albergan a casi 1,5 millones de reclusos y, en algunos países, hasta el 70 % de ellos reinciden a los dos años de su puesta en libertad. Según los expertos del sistema de justicia penal, una de las mejores formas de romper este ciclo es un trabajo estable.
Los delincuentes juveniles plantean un reto especial, pero también una oportunidad. En toda Europa, unos 15.000 menores de 18 años están entre rejas, y miles más tienen entre 18 y 21 años. Con el apoyo y la formación adecuados, muchos podrían dar un giro a sus vidas y desarrollar carreras largas y productivas.
Esa es la visión de 'Turning Blue': el proyecto financiado por la UE, que se desarrollará en cinco países hasta 2026, ayuda a jóvenes condenados por infracciones o delitos a encontrar trabajo en la creciente economía azul, desde la acuicultura al turismo costero.
"La economía azul necesita desesperadamente trabajadores", explica Rita Lourenço, responsable del proyecto en la cooperativa portuguesa de innovación social Aproximar. "Mientras tanto, tenemos muchos jóvenes ingresados en el sistema penitenciario que luchan por encontrar trabajo debido a sus antecedentes".
A través de charlas, experiencias de realidad virtual y reuniones con empresarios, el proyecto introduce a los reclusos en profesiones que quizá nunca se hubieran planteado. "La mayoría de estos jóvenes ni siquiera conocen los empleos de la economía azul porque nunca han tenido ocasión de conocer estas oportunidades", afirma Lourenço.
Los exreclusos se enfrentan a grandes obstáculos cuando intentan incorporarse al mercado laboral. "Tener antecedentes penales crea un estigma. A los empresarios les suele costar confiar en alguien que ha cometido un delito", explica Lourenço. "Además, muchos de estos jóvenes no han desarrollado habilidades básicas para la vida, y sabemos que la cárcel no es el mejor lugar para aprenderlas".
Hay mucho en juego: sin oportunidades, muchos exreclusos vuelven a caer en la delincuencia. Por eso el proyecto colabora estrechamente con prisiones y empresas de la economía azul en Portugal, Países Bajos, Rumanía, Chipre e Italia, ofreciendo formación, tutoría y conexiones directas con los empleadores.
"Lo más importante es dar segundas oportunidades", afirma Rita Lourenço. "Sin ellas, es probable que estos jóvenes reincidan, es casi inevitable. La sociedad tiene que dar un paso al frente y asumir su responsabilidad creando oportunidades reales para las personas que han ingresado en el sistema penitenciario".