Venticuatro años después del genocidio, el país destaca por su crecimiento. Visitamos una escuela de técnicos superiores en Tumba y dos empresas en Kigali, que van viento en popa, gracias a una iniciativa japonesa.
PUBLICIDADEn este episodio de Globan Japan, estamos en Tumba, en el Norte de Ruanda, concretamente en la Escuela Politécnica, un centro auspiciado por una iniciativa japonesa, encargado de formar a técnicos superiores, con el fin de responder a las necesidades de ese país, en pleno boom económico.
El centro se ha convertido en una referencia no sólo en Ruanda, sino también en toda la parte oriental de África. Su objetivo es formar a los alumnos en técnicas muy precisas, que respondan a las necesidades económicas del pais: desarrollar su crecimiento económico; crear empleos y suscitar vocaciones.
La colaboración japonesa en Tumba se inició en los 90. Tras el genocidio, la JICA, la Agencia de Cooperación Internacional de Japón lanzó proyectos aquí en sectores clave: tecnologías de la información, electrónica y telecomunicaciones y energías renovables.
Entre 2007 y 2018 los técnicos japoneses trabajaron regularmente en Ruanda. En ese periodo, más de 2.000 jóvenes obtuvieron su diploma. El intercambio fue particularmente fructífero ya que los japoneses compartieron no solo su saber hacer técnico sino también su espíritu y su pedagogía.
Varios ruandeses implicados en la iniciativa de Tumba, estuvieron en Japón en el marco del programa ABE, una iniciativa del gobierno nipón que permite a los jóvenes africanos obtener un master y efectuar prácticas en empresas japonesas.
Los objetivos de JICA son económicos y sociales. Dos factores clave en este país cuyo crecimiento anual roza el 8 por ciento, desde el cambio de siglo. Un dato que contribuye en el esfuerzo por la reconciliación nacional.