"Estamos dejando de hacer cosas que habíamos conseguido hacer sin ninguna preocupación como darnos la mano en la calle". En el fin del mes del orgullo, los activistas alertan de una polarización del discurso público que se está volviendo más violento.
PUBLICIDADSalir a la calle con miedo, soltar la mano de tu pareja o evitar las muestras de cariño en público son situaciones cada vez más comunes en ciudades europeas aparentemente libres y tolerantes. Madrid, capital de España, es buen ejemplo de ello.
"El volver la mirada atrás se está volviendo a ser habitual", asegura Ramón Martínez, escritor y activista de COGAM. "En todo mi entorno veo que las personas LGTB estamos empezando a dejar de hacer cosas que habíamos conseguido hacer sin ninguna preocupación".
Las denuncias por agresiones homófobas en España se han disparado en el primer trimestre del año. Uno de los casos más recientes es el de dos jóvenes agredidos por un grupo de cinco chicos cuando se besaban en la playa durante las fiestas de Sant Joan en Barcelona.
Martínez señala como punto de inflexión clave el asesinato a golpes del joven Samuel Luiz en A Coruña del que acaban de cumplirse dos años. "Desde entonces, muchos amigos míos empezaron a buscar clases de autodefensa", asegura. "Mucha gente se empezó a dar cuenta de que el problema se estaba agravando" y temen que España siga dando pasos hacia atrás en la conquista de derechos hasta llegar a la situación de Polonia o Hungría.
Como profesor, Martínez ha comprobado cómo entre los más jóvenes contrasta "una generación absolutamente libre y totalmente visible" que convive las escuelas con "una generación que ha empezado de nuevo a manifestar su LGTBIQ fobia de forma muy vehemente".
"Mucha gente ha aprovechado el auge de la extrema derecha para salir de su propio armario del odio".
El odio ha salido del armario sin tapujos alentado por partidos de ultraderecha como Vox. En su pancarta electoral, el grupo que lidera Santiago Abascal tiraba a una papelera los derechos LGTBIQ+, el feminismo y la Agenda 2030, entre otros.
Después de las elecciones regionales y municipales del pasado mes de mayo en España, las alianzas entre la derecha y la ultraderecha han permitido a Vox entrar en numerosos ayuntamientos. Entre sus primeras medidas, la eliminación de las banderas arcoíris de los edificios públicos y la prohibición de manifestarse contra la violencia machista.
"El problema que tenemos ahora mismo es que estamos aún en el proceso de regresión simbólica", dice el activista de COGAM. "El siguiente paso ya empieza a darme miedo, porque no sería simbólico, sino lo legal, abrir la puerta a un cambio social que me temo que puede producirse", lamenta, en vista de las encuestas para las elecciones generales en España el 23 de julio que apuntan a una victoria del Partido Popular con Vox.
"Lo que desgraciadamente estamos viendo cada vez más es que hay fuerzas antidemocráticas y populistas que están utilizando a las personas LGBTI y sus derechos para arrastrarlos en medio de los debates. Son estrategias de distracción de problemas como la corrupción", como ocurre por ejemplo en Hungría, añade la Directora de políticas de ILGA-Europe Katrin Hugendubel.
El discurso de odio se transforma en violencia
Los símbolos son solo el inicio de una ola de regresión de los derechos de las personas lesbianas, gais, trans, bisexuales, intersexuales y queer que sigue al ascenso de la ultraderecha en toda Europa.
En Italia, la reciente llegada al poder de la ultraderechista Giorgia Meloni ya ha tenido consecuencias para las familias con progenitores del mismo sexo. El fiscal de la norteña ciudad de Padua declaró ilegales los certificados de nacimiento de 33 niños nacidos de parejas de lesbianas.
El Gobierno había dado instrucciones a los ayuntamientos en marzo para que dejaran de registrar a los hijos de padres del mismo sexo en un país en el que sigue sin estar permitido por ley el matrimonio igualitario. Sí legalizó, en 2016 y bajo un Ejecutivo de centro-izquierda, las uniones civiles entre homosexuales.
A esto se suman las leyes anti-LGTBIQ en Hungría replicadas también en Rumanía. Leyes y discursos de odio que tienen consecuencias, incluso en los países más avanzados en la tolerancia como España.
"Los incidentes violentos en las calles han aumentado, pero también la discriminación en las escuelas y en el lugar de trabajo", señala Hugendubel, por culpa del "odio transfóbico" en torno a la nueva 'Ley trans' del Gobierno progresista de Pedro Sánchez.
La violencia contra el colectivo LGBTIQ+ en Europa ha alcanzado el nivel más alto de la última década. Lo ha revelado el informe 2023 de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales de Europa (ILGA-Europe).
Acaba de cumplirse un año del ataque contra un local queer de Oslo, en Noruega, en el que un hombre armado abrió fuego matando a dos personas e hiriendo a otras 21.
No fue el único ataque mortal contra el colectivo en 2022. En Eslovaquia, dos personas fueron asesinadas a tiros por un extremista de derecha frente a un local de Bratislava.
Son solo algunos ejemplos de la violencia homófoba "sin precendentes" entre enero y diciembre de 2022 que constató ILGA-Europa en 16 países europeos, entre ellos Francia, Reino Unido y Alemania. Según la organización, existe una clara causa-efecto entre los discursos de odio y esta violencia "que no va a desaparecer ni a disminuir hasta que los responsables políticos comprendan que tienen que adelantarse al problema".
Pero, para Ramón Martínez, los mensajes de odio, aunque son el caldo de cultivo de la discriminación, no son los únicos culpables. "Es casi una consecuencia del éxito del movimiento LGTBI", explica. Los derechos conquistados y rápidos avances provocan una reacción que se une al auge de la extrema derecha.
Además, llama la atención sobre el "debilitamiento de los movimientos sociales LGTBI clásicos" en reivindicar sus posturas.
Algunos avances positivos
Katrin Hugendubel cree que "la complacencia" de hace unos años se ha acabado y "hay una mobilización en marcha que está funcionando". A nivel europeo, celebra que los países se unan para obligar a como Eslovaquia o Hungría a respetar los derechos LGTBI.
El último Mapa Arco Iris que elabora anualmente ILGA-Europa clasificando la situación legal y política de las personas LGBTI en 49 países europeos, deja también aspectos positivos como la introducción de leyes en favor del colectivo.
La semana pasada, Estonia se convirtió en el primer Estado báltico en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero además, varios países han introducido en los últimos doce meses el reconocimiento legal de género por autodeterminación y la prohibición de la Mutilación Genital Intersex.
"Finlandia, Escocia y España han adoptado leyes muy avanzadas, así que están pasando cosas buenas", subraya Hugendubel. "Incluso Polonia ha ido subiendo puntos este año porque los tribunales prohibieron los requisitos de esterilización".
Aunque la Directora de políticas de ILGA-Europe recuerda que el progreso no puede darse por sentado y que "todos tenemos que ser más valientes y hacer más ruido, con todas las herramientas que existen para asegurarnos de no retroceder".