Bruselas y Pekín parecen acercarse bajo la sombra de las políticas disruptivas de Donald Trump.
Los indicios de un restablecimiento diplomático entre la Unión Europea y China siguen intensificándose a pesar de que Pekín reafirma su asociación "sin límites" con Moscú, que hasta hace poco se consideraba un factor de descalificación a ojos del bloque. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y António Costa, presidente del Consejo Europeo, intercambiaron mensajes el martes con el presidente Xi Jinping y el primer ministro Li Qian, celebrando el 50 aniversario de las relaciones bilaterales.
De tono optimista, las declaraciones destacan la voluntad mutua de avanzar en la cooperación en áreas de interés común y afrontar juntos los retos globales. El aniversario "tiene lugar en un momento de incertidumbre global y cambios geopolíticos, lo que subraya nuestra responsabilidad compartida en la defensa de todos los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas", escribieron Von der Leyen y Costa.
"En este contexto, mantenemos nuestro compromiso de profundizar nuestra asociación con China. Una relación equilibrada, basada en la equidad y la reciprocidad, redunda en nuestro interés común". El comunicado publicado por la oficina de Xi fue más detallado y optimista, describiendo el aniversario como una oportunidad para "abrir un futuro más brillante para las relaciones China-UE".
"Una relación sólida y estable entre China y la UE no solo beneficia a ambas partes, sino que también aporta beneficios a todo el mundo". La formulación contrasta con la política que Von der Leyen siguió durante su primer mandato presidencial, cuando acuñó el término 'de-risking' (reducir riesgos) para eliminar las peligrosas dependencias de China y denunció regularmente las relaciones de Pekín con Moscú.
"El objetivo claro del Partido Comunista Chino es un cambio sistémico del orden internacional con China en su centro", dijo en un discurso histórico pronunciado en marzo de 2023. La postura de línea dura de Von der Leyen obtuvo el aplauso de la istración estadounidense de Joe Biden y acercó a los Estados a una posición unificada sobre China, aunque persistieran importantes desacuerdos. Pekín, por el contrario, se resintió del enfoque y criticó duramente la "reducción de riesgos" por considerarla abiertamente conflictiva y políticamente motivada.
Cuando Von der Leyen se presentó a un segundo mandato en julio de 2024, sus directrices prometían una continuación de la misma política, sin ningún atisbo de suavización. "La postura más agresiva y la competencia económica desleal de China, su amistad 'sin límites' con Rusia -y la dinámica de su relación con Europa- reflejan un cambio de la cooperación a la competencia", escribió Von der Leyen.
Pero el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca cambió el cálculo geopolítico de la noche a la mañana, obligando a la UE a reconsiderar sus relaciones con aliados y adversarios por igual.
Los aranceles de Trump, en particular, obligaron a Bruselas a reconsiderar sus relaciones con China, la segunda economía mundial, y alimentaron rápidamente las especulaciones sobre un inminente restablecimiento diplomático, una impresión reforzada por los mensajes enviados con motivo del 50 aniversario.
Un momento incómodo
Sin embargo, la celebración tuvo lugar en un momento muy delicado. Este miércoles, Xi Jinping se dirigió a Moscú para una visita de Estado de cuatro días que incluirá el desfile militar organizado por Vladímir Putin para el Día de la Victoria el 9 de mayo, un evento que Bruselas ha tachado de propaganda. Según Putin, Xi será el "invitado principal" del desfile.
La asistencia del presidente chino suscitó dudas sobre si Von der Leyen, firme partidaria de Ucrania, estaría ahora dispuesta a cambiar de marcha y pasar por alto la alianza de Pekín con Moscú en beneficio de las oportunidades comerciales. Paula Pinho, portavoz jefe de la Comisión, itió que la asociación Xi-Putin "claramente no es un elemento constructivo", pero afirmó que la UE aún puede trabajar "constructivamente" con China en otros asuntos, como el cambio climático y el comercio mundial.
"Vemos una serie de áreas en las que podemos comprometernos con China y en las que podemos tener resultados más impactantes si trabajamos juntos. Es precisamente esto lo que esperamos hacer", dijo Pinho el miércoles. "En las áreas en las que tenemos puntos de vista diferentes, seguimos comprometiéndonos con gran apertura y sinceridad".
La portavoz señaló que China, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, tenía la "responsabilidad de señalar lo que son violaciones evidentes de la Carta de la ONU", como la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, a la que Pekín se refiere simplemente como "crisis".
"Si China quiere poner fin a la guerra en Ucrania, puede tener un papel que desempeñar", añadió Pinho. La estrecha amistad de Pekín con Moscú es una fuente destacada de fricción en las relaciones UE-China, pero desde luego no la única.
Otras tensiones tienen que ver con las exportaciones masivas de productos chinos de bajo coste, el uso intensivo de subvenciones estatales en detrimento de los competidores extranjeros, las normativas proteccionistas que impiden un justo al mercado chino, la vigilancia de ciudadanos y empresas privadas, la gestión de la pandemia del COVID-19, el comportamiento agresivo en el estrecho de Taiwán, la represión de la minoría uigur en la región de Xinjiang, las violaciones de los derechos humanos, los ciberataques y las campañas de desinformación.
Todas estas cuestiones ocuparán un lugar destacado en la cumbre UE-China prevista para mediados de julio. En vísperas de esta cita crucial, las dos partes no escatiman muestras de buena voluntad: Bruselas ha acordado relanzar las negociaciones sobre los vehículos eléctricos fabricados en China, mientras que Pekín ha levantado las sanciones de represalia impuestas a cinco del Parlamento Europeo.